miércoles, 10 de julio de 2013

La división, arma del gobierno contra los yaquis organizados



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“Los yaquis llevamos 500 años luchando. El cansancio no está cerca”


 julio 7, 2013 

Vícam, Sonora. El bloqueo carretero en Vícam, que realizan la tribu yaqui y la sociedad civil de siete municipios del sur de Sonora, representa la acción de protesta de mayor duración en la historia reciente del estado y un cambio en la estrategia de los yaquis, que movilizarán a habitantes de todos los pueblos. Los manifestantes, apostados desde el 28 de mayo, rechazan la operación del Acueducto Independencia, que ya extrae agua del río Yaqui.

 Las violaciones que el gobierno de Sonora comete con la construcción del acueducto fueron denunciadas desde 2010, y ratificadas por órganos jurídicos. La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), el 27 de junio de 2013, notificó a las partes demandantes la resolución al amparo 461/2011. El amparo, ganado contra la autorización en materia de impacto ambiental emitida por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para la construcción del acueducto, fue ratificado en el expediente 361/2012 el 8 de mayo del presente, con voto unánime de los cinco magistrados de la Primera Sala. En el documento se señala que se confirma la sentencia, que “la justicia de la Unión ampara y protege” y que “se requiere a la responsable por el cumplimiento”.

Sin importar los triunfos jurídicos y la confianza en la legalidad manifestada por la tribu yaqui, no se detuvo el robo del agua del río a través de dos bombas habilitadas por la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA). Tampoco la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) anunció la invalidación del Manifiesto de Impacto Ambiental, ni la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (PROFEPA) giró instrucciones para clausurar el Acueducto Independencia. Aunque los hechos desilusionan al pueblo yaqui-yoeme, esperaba esta posibilidad basado en la impunidad de la que gozan las acciones del gobierno de Guillermo Padrés Elías.



Desde el inicio de los bloqueos realizados en el municipio de Cajeme y hasta su consolidación en la carretera internacional número 15 México-Nogales, a la altura del Pueblo de Vícam, la respuesta oficial de los gobiernos estatal y federal es nula. Ignoran a los manifestantes en espera de que la temperatura cercana a los 35 grados centígrados desgaste a una población cuya existencia en el desierto sonorense antecede a la noción de desarrollo exportada por los conquistadores yoris.

Mario Luna, secretario de la autoridad tradicional de Vícam y portavoz de las resoluciones de las autoridades de la tribu presentes en el bloqueo, señala: “Puede que la estrategia del gobierno sea cansarnos para obligar a que abandonemos la lucha, pero quiero recordar que llevamos 500 años luchando. El cansancio no se ve muy cerca aquí”.

La tribu yaqui no sólo pelea contra el robo del agua y por el restablecimiento del Estado de Derecho violentado por Padrés Elías y la CONAGUA. También resiste en otro frente, diseñado por las autoridades para desacreditar las protestas, aunque en los bloqueos intermitentes sobresale la atención que las tropas yaquis dan a los viajeros. Los medios de comunicación, aunque están presentes diariamente, únicamente señalan las afectaciones a transportistas y viajeros generadas por el bloqueo. Desatienden la razón principal de la protestas, que cotidianamente se manifiesta en las asambleas al lado de a la carretera. A ellas asiste un gran número de integrantes de los ocho pueblos tradicionales, así como las tropas y autoridades tradicionales de Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Vícam, Pótam y Belén.

Mario Luna agrega que “molesta la campaña mediática tan discriminadora y burda, en la que enfrentan a los propios hermanos. Por eso, la Tribu Yaqui en conjunto decidió visitarse y darse la mano para abrir el diálogo interno. Al calor de la lucha se cometen errores y para evitarlo, la autoridad tradicional decidió sentar a las autoridades de cada pueblo en un diálogo frente a sus tropas”. El secretario informa que quienes están dispuestos a acatar las disposiciones asistieron, “y los que quieren seguir como comparsas del Estado, desafortunadamente no llegaron”.

A lo largo de la protesta se dan constantes visitas y diálogos e las autoridades tradicionales para resolver en conjunto el problema del robo de agua del río y combatir las diferencias y divisionismo producidos por el gobierno de Sonora y sus operadores yaquis, conocidos como torokoyoris (traidores). La función de estos operadores es ofrecer dinero y proyectos productivos a la población, pero las instancias gubernamentales no cumplieron estas promesas.

La labor del bloqueo es intensiva. Las 24 horas del día hay gente resguardando el lugar mientras que la tropa (llamada Wikot Yaura en yaqui) recorre la carretera y las brechas en constante vigilancia, ante las posibles represalias del gobierno estatal y federal. Se anunciaron órdenes de aprehensión contra los voceros Mario Luna y Tomás Rojo.

Las estrategias de acción y defensa se planean y ejecutan de manera colectiva. “Se refrenda la firme convicción de seguir en la lucha hasta no ver rescatadas cabalmente las aguas que le corresponden a la cuenca del río Yaqui, a la tribu y a todo el sur de Sonora”, afirma Luna. Para ello se reforzará toda la estructura tradicional de defensa, agrega, la cual “no se había activado hasta este momento”. El plan es movilizar a las tropas en el resto de pueblos yaquis para dar una señal de que no están dispuestos a permitir un despojo más “que nos condenará a la muerte”, anuncia el secretario.

Los yaquis indican que las constantes declaraciones, desplegados y notas en los medios locales en su contra solamente les confirman que esa estrategia no logra debilitarlos, y que para defender su derecho irán hasta las últimas consecuencias.

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La división, arma del gobierno contra los yaquis organizados

 julio 7, 2013 

Dios le dio la tierra a todos los yaquis y no un cacho a cada uno

México. Las posiciones enfrentadas al interior de la tribu yaqui a causa del Acueducto Independencia muestran un problema añejo al interior de los pueblos que sólo favorece al gobierno estatal. Cada que el sector organizado de los yaquis -adherentes  a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona y miembro del Congreso Nacional Indígena (CNI)- pone en marcha acciones de resistencia para protestar contra el robo del agua del Río Yaqui, surgen voces de miembros de la etnia que descalifican las movilizaciones y respaldan al gobernador Guillermo Padrés.

La disputa se genera entre dos sectores yoeme, como se nombran a sí mismos los yaquis: los que se llaman representantes del gobierno tradicional de Vícam Pueblo y los gobernadores legítimos de Vícam Estación, ambos asentamientos separados por cinco kilómetros de distancia. Estos últimos son quienes se pronuncian en contra del Acueducto Independencia (megaobra con la que se pretende canalizar agua de la presa El Novillo a la capital de Hermosillo). Sin embargo, la resistencia es descalifica por algunos yaquis que a nombre de “los ocho pueblos” desconocen a los opositores como parte de la tribu y a Vícam Estación como un pueblo  yaqui.

La división se remonta a fines de la década de los noventas y es resultado de un plan de desarrollo fallido en el que metieron mano los gobiernos estatal y federal. De 1992 a 1997 se implementó la segunda etapa del Plan Integral de Desarrollo de la Tribu Yaqui, financiado por la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) a través del Programa Nacional de Solidaridad. En él participaron “los ocho pueblos” yaquis: Loma de Guamúchil, Loma de Bácum, Tórim, Vícam (que sólo tenía un gobierno que incluía a Vícam Pueblo y a Vícam Estación), Pótam, Rahum, Huirivis y Belem. Sin embargo, dado que los financiamientos no fueron proveídos con eficiencia por la SEDESOL y hubo un gran oscurantismo sobre la distribución de los recursos, se generaron acusaciones de malversación de fondos entre los integrantes de los diferentes programas que se desarrollaron dentro del plan (48 programas y 20 proyectos). El más señalado fue el Proyecto de Asistencia Técnica Integral a las Cooperativas Yaquis (PATICY), pues en él participaron jóvenes yaquis profesionistas (después conocidos como los paticys) y se manejaron más recursos económicos, lo cual generó desconfianza en algunos gobernadores yoeme. Estos líderes, inconformes con los resultados, exigieron el cierre del fideicomiso, encargado de recibir el presupuesto, y exigieron la eliminación del Plan de Desarrollo, pero una parte de los gobernadores no estuvo de acuerdo con esas medidas pues eso significaba descapitalizar los proyectos productivos de la tribu. Para poder seguir recibiendo el financiamiento, los gobernadores que estaban a favor del PIDTY se organizaron en otras guardias tradicionales. De este modo se formaron la de Vícam Estación y la de Pótam Pinito y así se completaron los ocho pueblos que el fideicomiso exigía.



La mitología yaqui habla de ocho pueblos tradicionales, pero en la actualidad los gobiernos superan ese número sobre todo porque hay más asentamientos poblacionales que se formaron a fines del siglo XIX, durante el período de guerra entre la tribu y el gobierno federal. De no haberse formado -entre ellos principalmente Vícam Estación- habría sido imposible la reestructuración de los llamados “ocho pueblos” tradicionales, pues en él se resguardaron quienes después refundaron Loma de Guamúchil y Loma de Bacum.  Vícam Estación fue el espacio de resistencia de la tribu durante el período más álgido de la guerra. Para 1940, en esa localidad vivieron mil 500 yaquis, mientras que en Vícam Pueblo sólo 500; Cócorit y Bacum fueron invadidos por los mestizos y Huirivis, Rahum y Belén desaparecieron por completo. Es decir, en esa época hubo sólo cuatro asentamientos con población mayoritaria yoeme: Vícam Estación, Vícam Pueblo, Pótam y Tórim.

Aunque no siempre hubieron ocho pueblos, ni siempre fueron los mismos, después de 1997, a causa de las reorganizaciones generados por el cierre del PIDTY, las divisiones en Vícam y Pótam (primera y segunda cabecera de los pueblos) fueron más evidentes. En Vícam Estación se organizaron los jóvenes asesores (los paticys) y en Vícam Pueblo los llamados “tradicionales” (o “traicionales”, pues se asume que por su posición se acabaron los proyectos productivos de la tribu). En Pótam se dividieron en dos guardias: Potam con los “tradicionales” y Pótam Pinito con los paticys. Sin embargo, algo paradójico pasó al correr de los años: los tradicionales, que cerraron el PIDTY, se quedaron con el último programa con financiamiento: el Proyecto Educativo de la Tribu Yaqui, mientras los paticys buscaron el desarrollo autonómico, se integraron al CNI y se adhirieron a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona del EZLN.

Las descalificaciones que actualmente promueven los “tradicionales”, sin embargo, no proceden de los legítimos gobernadores de estos pueblos ni de sus gobernados (la tropa), sino de maestros bilingües que sostienen el Proyecto Educativo y que defienden sus propios intereses coludiéndose con el gobierno de Sonora. Basta señalar que el líder del proyecto, Jesús Moroyoqui, habitante de Loma de Guamúchil, fue desconocido por la guardia tradicional de su pueblo, pues sus gobernadores no reconocen sus declaraciones ni la representatividad que dice tener frente a los medios de comunicación. Moroyoqui recibe apoyo económico del gobierno estatal por tres vías: como maestro bilingüe (aunque no imparte clases), como asesor técnico y por el financiamiento que corresponde a una cooperativa ganadera que él mismo dirige. Francisco Delgado Romo (compinche de Moroyoqui) fue gobernador tradicional de Vícam Pueblo, pero fue desconocido por la tropa el 6 de enero por no respetar las decisiones de la asamblea. Delgado es quien acusó a los voceros de la resistencia yaqui, Mario Luna y Tomás Rojo, de secuestro, cuando en realidad fue retenido para cumplir el castigo que el derecho consuetudinario le impuso por haber intentado atropellar, en estado de ebriedad, a manifestantes yaquis que participaron en el cierre contra el acueducto sobre la carretera.

En entrevista, Mario Luna señaló que la división tan exacerbada por los medios de comunicación es falsa, pues en las últimas semanas las tropas de los “ocho pueblos” se unieron al paro en oposición al acueducto, aún en contra de las posiciones políticas de sus gobernadores. No obstante, Guillermo Padrés concedió el calificativo de los “Ocho Consagrados” a los que considera los pueblos que están de su lado.

La ideología dominante ha explotado el concepto de Ocho pueblos tradicionales porque fortalece su proceder y permite manipular las divisiones internas yaquis a su favor. Bajo esa lógica, el gobierno de Sonora siempre buscará completar ocho firmas que avalen sus políticas en detrimento del bienestar de la tribu. Y en ese juego caerán quienes busquen su propio provecho.


FUENTE: DESINFORMÉMONOS

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