jueves, 4 de julio de 2013

PERIODICO EXCELSIOR: Sonora: promesas incumplidas y conflicto:Humberto Musacchio


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Sonora: promesas incumplidas y conflicto

La clase política sabe de la escasez y por eso el agua forma parte inseparable de las campañas.
Humberto Musacchio 04/07/2013 02:17
Sonora: promesas incumplidas y conflicto
Sonora es una entidad en que priva la aridez. Hermosillo, la capital, es por esa condición la ciudad que atrae más población y la de más rápido crecimiento del estado. Pero esa urbe, situada al norte de las ricas cuencas del Yaqui y del Mayo, tiene sed y demanda cada vez más agua, a cualquier precio.
La clase política sabe de la escasez y por eso el agua forma parte inseparable de las campañas. El actual gobernador, Guillermo Padrés, durante su campaña electoral como candidato del PAN, prometió construir dos grandes plantas desalinizadoras de agua del mar para llevar el líquido a la capital del estado, pero…
Las citadas plantas eran la solución más adecuada para resolver la falta de agua de Hermosillo. Eran también la fórmula más barata, pero por razones incomprensibles, el señor Padrés optó por quitarle agua al río Yaqui y, con el irresponsable apoyo de Felipe Calderón, llevarla a la capital del estado, pese a que se requería de una obra faraónica o quizá por eso mismo, pues de las grandes obras públicas salen las fortunas de políticos y empresarios afines al poder.
El problema es que al privar de agua al valle del Yaqui, el más grande proyecto productivo del país queda condenado al fracaso. Las terribles consecuencias son incalculables. El citado valle es estratégico para la autosuficiencia alimentaria, objetivo que México deberá perseguir cuando se entienda que sin una producción agrícola capaz de alimentar a todos los mexicanos no habrá independencia verdadera.
El Yaqui es el principal río de Sonora. El ánimo pionero de su gente, la adecuada combinación de capital y tecnología y el sudor de varias generaciones han convertido una gran porción desértica en un auténtico vergel del que están orgullosos tanto los yaquis, habitantes originarios de esas tierras, como los colonos e inmigrantes que han contribuido a su engrandecimiento.
Gente decidida y tenaz, los habitantes del valle han desarrollado un sistema de riego que garantiza el mejor aprovechamiento del líquido. Los caudales del río Yaqui son captados y conducidos hasta el último rincón del valle gracias a un extenso sistema de riego que se controla desde un puesto de mando en Ciudad Obregón. Ahí, en un enorme mapa luminoso, se mide la cantidad de líquido que recibe cada área cultivable y se vigila que no haya un gasto excesivo ni fugas. Cuando éstas se presentan, de inmediato acuden brigadas de trabajadores a repararlas. Es, pues, un ejemplo a imitar en todo el país.
Pero el señor Padrés no lo entiende así. Luego de olvidar su promesa de construir las plantas desalinizadoras, decidió desviar el agua del río Yaqui desde la presa El Novillo y poco le importó que los afectados se ampararan, que los tribunales le recordaran al gobierno sus obligaciones legales, que el Congreso lo exhortara a actuar con prudencia y que la Comisión Nacional de los Derechos Humanos le recomendara no apoderarse de los caudales del Yaqui. A los habitantes del valle no les ha quedado más que recurrir a las vías de hecho y han procedido a bloquear carreteras.
Por supuesto, el señor Padrés ha explotado la necesidad que tienen los hermosillenses de agua e irresponsablemente, con la ayuda del alcalde de la vieja Pitic, no ha dudado en enfrentarlos con sus vecinos del sur, a quienes los funcionarios del gobierno estatal amenazan con aprehensiones aprovechando la pachorra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que analiza el caso. El agua es un recurso federal. ¿Qué espera el gobierno del centro para intervenir? ¿Que haya muertos?
                *Periodista y autor de Milenio de México
                hum_mus@hotmail.com

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