domingo, 4 de agosto de 2013

Juan Leyva y los relámpagos de agosto por Bulmaro Pacheco Domingo 04 de Agosto de 2013 08:47





Juan Leyva y los relámpagos de agosto

Escrito por Bulmaro Pacheco   
Domingo 04 de Agosto de 2013 08:47
Entre el régimen cardenista y la Segunda Guerra Mundial, la movilidad social fue una realidad en México. Esta ayudó enormidades al mejoramiento de los mexicanos nacidos en condiciones de desventaja social sobre todo en comunidades rurales sin energía eléctrica o agua entubada, viviendas endebles, caminos sin pavimentar, escuelas de solo tres grados, opciones de empleo, clínica, hospital o abasto oportuno de comestibles.
Fueron tiempos de altísimas tasas de analfabetos, en que la tuberculosis, paludismo, poliomielitis y deshidratación hacían chuza entre las familias pobres, incrementando la mortalidad infantil. Tiempos de familias numerosas que en ocasiones llegaban a 20 integrantes con hasta 16 hijos, de los cuales apenas -cuando bien les iba- la mitad sobrevivía. Pobreza en serio. Miseria también. Atraso social y marginación peores.
Los mexicanos jamás terminaremos de agradecerle al ejército de trabajadores de la salud que mediante múltiples campañas de vacunación  terminaron por erradicar la polio, paludismo, viruela y otras enfermedades.
Eso lo sabe muy bien Juan Leyva Mendívil por sus propias experiencias, primero con sus padres José Leyva y Andrea Mendívil y con sus abuelos Herculano e Inés. Primero en La Tinajera y después en la Colonia Militar -hoy San Ignacio Río Muerto- como el mayor de 13 hijos del matrimonio que desde niño tiene que hacerse cargo del trabajo y la responsabilidad de ayudar a los padres en las labores de campo.
Sus padres y abuelos, después de complementar el ingreso que les dejaba el trabajo de campo con la crianza de ganado en La Tinajera, “decidieron vender las vacas que tenían para comprar 50 hectáreas de monte en los rumbos del hoy San Ignacio” -relata Juan-; y “se fueron a vivir allá, desmontando a machete limpio, construyendo la casa y buscando agua para explotar la agricultura y la ganadería”. Llegaron a la Colonia Militar -fundada en 1911 con 72 colonos-. Sus primeros asentamientos ocurrieron en 1944, fue declarada comisaría en 1949 y municipio en 1996. Ellos se asentaron en lo que hoy es la Democracia.
Era la de ellos “una vivienda construida de horcones, paredes de carrizo y techo de tierra con sanitarios y lavadero en el patio. La cocina era un pretil construido con tierra complementado con hornilla de solera de hierro para el depósito de las ollas, la calentadera y los sartenes”.
Allá nació Juan en 1953. Al rato y con papeles en mano, a don Herculano le demuestran que de las 50 hectáreas adquiridas solo 10 les correspondían porque la compraventa había sido irregular. Entonces entre padres y abuelos fundan en la comunidad La Democracia un pequeño abarrote para completar con el ganado, la tierra y el trabajo de jornalero la manutención de la familia, que entre La Tinajera y La Democracia llegó a 17 integrantes: 13 hijos, los abuelos y los padres juntos.
Ante las difíciles condiciones de vida, en 1959 los padres de Juan se regresan a La Tinajera, y a él-el mayor- lo dejan con los abuelos para ayudarles con el pequeño comercio y la crianza de animales.
Juan Leyva cursa los primeros tres años de primaria en “La Democracia” y el resto en el Ejido Atotonilco. Una parte de la educación secundaria la cursa en la Técnica No. 2 de Ciudad Obregón.
Ante el deterioro de la salud del abuelo, cambian las 10 hectáreas de tierra por 20 vacas y se las llevan a La Tinajera. Para entonces Juan aspiraba a entrar a la Escuela Normal, porque ser maestro era una de sus inquietudes de origen; al no lograrlo, decide buscar información en el 23 Regimiento de Caballería en Esperanza con miras de enrolarse y estudiar en el ejército. En esas andaba cuando a los 16, y con una pequeña maleta, inquietudes y ganas de progresar, decide regresarse solo a La Democracia a buscar trabajo en el campo.
Su suerte cambia un domingo. Al ver que debajo de un guamúchil se arremolinaban algunos vecinos solicitantes de tierra en busca de fundar un ejido sobre los terrenos nacionales de la zona, Juan se acerca y conoce a don José Medina -mecánico agrícola y autodidacta del derecho-, dirigente y convocante principal. Ahí se encuentra con el hijo de don José, que lo invita a hospedarse en su casa y se interesa por ingresar al grupo de solicitantes de tierra, cuestión que don José apoya ante las vacantes dejadas por algunos que no habían manifestado mayor interés por sus gestiones.
Don José, ante una mesa de tablones y una pequeña biblioteca de textos jurídicos, se turnaba entre un catre de jarcia y una vieja silla de baqueta para teclear en su vetusta máquina Olivetti la documentación jurídica relacionada con la batalla que dio el ejido en su nacimiento. También conservaba las cartas que le enviaba a Ignacio Burgoa, y las respuestas que el “Rey del Amparo” le hacía llegar con orientaciones y diálogos sobre el tema del amparo agrario, que a ambos apasionaba.
Juan abandona entonces la idea de ser maestro y de enrolarse en el ejército. Se concentra en el ‘desaije’, la pizca de algodón, la ‘tumba’ de maíz, el riego  el manejo de la maquinaria agrícola...Y a esperar la resolución.
Don José tiene éxito y la resolución presidencial que crea el Ejido La Democracia se publica en el Diario Oficial en 1971, después de 10 años de idas y venidas al Departamento Agrario en la Ciudad de México. Juan es oficialmente ejidatario, dueño de 10 hectáreas en un ejido con 1,071; de las cuales por cierto solo 705 tuvieron agua del distrito de riego 41.
La Democracia funcionó bajo la figura de ejido colectivo hasta 1990, después con grupos, hasta la reforma del artículo 27 constitucional de 1992, ya con el Procede, que les otorgó la propiedad individual a cada uno de los miembros del ejido.
Juan recuerda su primera liquidación por la siembra de maíz amarillo en 1974: Siete mil pesos. De los cuales utilizó cinco mil para comprar su primer carro (un Ford 1957) y dos mil para ropa.
Confiesa que desde entonces no ha dejado de sembrar su tierra y de participar en política en el nivel que sea. Le tocó vivir de cerca la tragedia de San Ignacio Río Muerto en 1975, el reparto de tierras en 1976 y el nacimiento de la Coalición de Ejidos.
Destacó en la estructura del ejido y llegó a presidir el comisariado ejidal. Como tal, logró su primer cargo de elección popular, el de regidor por Guaymas, de 1985 a 1988. Lo logró por su trabajo político y apoyado dice, por Rafael Ángel Fierros y Nacho Gaxiola.
Ante las crisis económicas recurrentes que afectaban seriamente los precios de garantía y los problemas de la agricultura del sector social, Juan Leyva impulsa nuevos esquemas de organización en 1986 creando la Alianza Campesina del Noroeste. En un principio como eje coordinador de la ARIC Jacinto López, la USPRUS, el Comité de Comercialización, la Coalición de Ejidos, la agrupación 19 de Noviembre entre otras, y como un organismo colegiado que con el tiempo se transforma en asociación civil. En 1988 Juan la preside y amplía sus horizontes.
Sus contactos con el candidato y después presidente Carlos Salinas de Gortari se dan a través de Carlos Rojas y Hugo Andrés Araujo, con quienes se vinculó desde la campaña trabajando organizaciones campesinas en siete estados.
En 1994 el propio presidente Salinas lo propone para la candidatura a la diputación federal en la LVI Legislatura. Eso le da a Juan mayor movilidad para fortalecer y hacer crecer la ALCANO en su ampliación regional y en la operación y gestiones con el gobierno federal. Ingresan al Congreso Agrario Permanente.
En un viaje a Chile de una semana trata al titular de la Sagarpa Francisco Labastida, candidato presidencial en el 2000. Éste lo propone para diputado federal de lista a la LVIII Legislatura. Su experiencia  abarca también la diputación local por el XVII Distrito, que gana en 2006.
Entre el trabajo legislativo y la reorganización de la Alianza Campesina, a Juan Leyva lo sorprende la alternancia de partido en el gobierno estatal y una de sus primeras medidas: el proyecto Sonora Sí, que entre otros planes contemplaba el acueducto Independencia.
Desde el principio, él y su organización advirtieron los riesgos y se oponen al acueducto. Quitarle agua al sur de Sonora para dársela a Hermosillo no les parece a los habitantes de los seis municipios del sur-donde la Alcano tiene presencia- que saldrán afectados, y así lo captan los dirigentes sociales que desde el principio  manifiestan su inconformidad con el proyecto.
De entonces a la fecha, dice Juan, ha habido de todo: presiones, amenazas y ataques, que en lugar de desanimarlos, los han fortalecido. Él mismo fue señalado -en lo personal- por Guillermo Padrés en la frenética estrategia de desplegados donde el Ejecutivo estatal trató de justificar el acueducto en lo técnico, económico,jurídico y político, y para variar, dio nombres de lo que a su juicio han sido los opositores al progreso... de Hermosillo. Juan fue uno de los mencionados con mayor virulencia.
La realidad es que a casi cuatro años del gobierno de la alternancia, tanto los miembros del Movimiento por el Agua como la tribu Yaqui han significado el único y más decidido contrapeso político consistente, con razón política y jurídica perdurable que ha enfrentado al gobierno estatal panista. No los han doblado,ni han claudicado.
Ni los partidos, ni el Congreso del Estado ni las asociaciones sociales y  privadas han tenido la decisión ni el peso político para oponerse a las arbitrariedades del gobierno como lo han hecho los yaquis y los luchadores del sur. En poco tiempo han logrado paralizar al gobierno estatal y llevarlo a la desesperación y al descrédito total.
Con inteligencia utilizaron primero el diálogo, el derecho y la política para luchar. Al final se hartaron de las amenazas y el engaño. También de la indolencia y el fanatismo político del pensamiento único.
El Gobierno se equivocó y los combatió en terrenos ya muy conocidos por ellos mismos. Creyó que no eran reales y los trató de dividir con esquiroles. Creyó que le tenían temor a los ataques pagados en los medios y estos solo los hicieron crecer. Creyó fácil comprarlos con dinero y descubrió que no eran lo que pensaban. Creyó que los iba a asustar con el poder de la federación y resistieron hasta que el gobierno federal del PAN se fue. Trataron de dividir a la tribu Yaqui, y se olvidaron que a la hora de la hora, por causas comunes -que no tocan su régimen interno- todos son yaquis.
El Gobierno ha tratado de cansarlos para agotarlos y al contrario, la moral de ellos y su estado de ánimo se ven más fortalecidos.
Ha tratado de dañarlos, manipulando cifras de empleos y daños a la economía “causados por el bloqueo” y hasta los mismos empresarios le responden que esos datos son falsos.
Ha tratado de crear un clima de desesperación y linchamiento y ellos le responden con flexibilidad. Han culpado al PRI de manipularlos para desacreditar sus banderas de lucha; pero hasta allá han ido representaciones de todos los colores políticos.
Han querido calentar a Hermosillo,pero la capital no les responde.
Tienen muy claro que al movimiento de los Malnacidos que lucharon contra los impuestos, el gobierno lo dividió. También al Congreso local, los partidos, los empresarios y a los medios; pero a ellos no, porque han aglutinado el apoyo regional y de los diversos actores políticos que han visto la pésima operación política del gobierno.
Ahora el gobierno estatal -ante el fracaso de su política y la ausencia de confianza- clama por una solución de fuerza que solo complicaría más las cosas. Juan Leyva lo sabe y sintetiza: “Nuestra fuerza es la unidad y nuestra razón es la Ley y la justicia y así seguiremos resistiendo,confiados en la ley y en las instituciones”. “La historia no se repite dice,pero contiene numerosas advertencias y lecciones”.Con una solución de fuerza no sabemos a ciencia cierta quién gana, pero sí quién pierde, y de ahí lo obvio. De ahí la lucha.

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